miércoles, 28 de abril de 2021

Los bailarines de la CND y el BNE celebran el DID felices y seguros


Si el año pasado la pandemia nos obligó a celebrar el Día Internacional de la Danza (DID) bailando en nuestras casas, este año los bailarines de la Compañía Nacional de la Danza(CND) y el Ballet Nacional de España (BNE) lo festejan felices y seguros bailando en la calle y en los escenarios.

Lola Ramírez

Los aficionados al mundo de la danza nos recordaremos bailando en nuestras casa el 28 de abril de 2020, viendo videos de diversas compañías de todo el mundo y tratando de convertir el salón de nuestro hogar en una pista bailable libre del fatídico influjo de la Covid-19. No había otra opción. Un año después la danza está en la calle y en los escenarios. Este año, los bailarines de la CND y del BNE, entre otros, bailan felices y seguros en la calle (y en los escenarios). Continúan trabajando en la difusión, protección y proyección de nuestro arte. Tras 17 giras por 10 ciudades diferentes y con 45 funciones realizadas en esta compleja temporada marcada por la pandemia, la Compañía Nacional de Danza y el Ballet Nacional de España se han unido para conmemorar este día con un video que se estrenará mañana, 29 de abril en las redes sociales, en el que los diferentes lenguajes de la danza se funden para expresar un mensaje de ilusión y confianza, en un año especial, este 2021, en el que iniciará su andadura el nuevo Centro Nacional de Difusión de la Danza. Mientras tanto, las dos compañías van a celebrar este jueves por todo lo alto: el BNE emitirá en directo el ensayo de De lo flamenco. Homenaje a Mario Maya y la CND bailará en Alcobendas (¡con entradas agotadas! un programa cien por cien español con Remansos y White Darkness, de Nacho Duato e In Paradisum, de Antonio Ruz. ¡Dos citas imprescindibles en la programación del INAEM de esta semana

lunes, 26 de abril de 2021

Mensaje del Día Internacional de la Danza

 




Bailarín Principal del Stuttgart Ballet, Friedemann Vogel es el autor del manifiesto del segundo DID en la época de la pandemia


«Todo comienza con el movimiento, un instinto que todos tenemos, y la danza es un movimiento refinado para comunicarse. Por mucho que una técnica impecable sea importante e impresionante, la esencia es lo que el bailarín expresa dentro de ese movimiento. 

Como bailarines, estamos en constante movimiento, aspirando a crear esos momentos inolvidables. Independientemente del género de danza, es lo que todo bailarín se esfuerza por conseguir. Así que cuando de repente, ya no se nos permite actuar, con los teatros cerrados y los festivales cancelados, nuestros mundos se paralizan. No hay contacto físico. No hay espectáculos. Sin público. Nunca en la historia reciente la comunidad de la danza ha sido desafiada colectivamente para mantenerse motivada, para hallar su razón de ser. 

Sin embargo, es precisamente ahora cuando nos han quitado algo valioso cuando realmente apreciamos lo vital que es lo que hacemos y lo mucho que la danza significa para la sociedad en general. A menudo, se alaba la destreza física de los bailarines, cuando, en realidad, nos sostiene aún más nuestra fuerza mental. Creo que esta combinación única de agilidad física y psicológica nos ayudará a superarnos, a reinventarnos para seguir bailando e inspirando». Friedmann Vogel


Friedemann Vogel (Stuttgart, 1979) se formó en la Escuela de John Cranko. Gracias a la beca John Gilpin, completó sus estudios en la Académie de Danse Classique Princesse Grace en Mónaco, con Marika Besobrasova. Durante su etapa de estudiante, Vogel despuntó en concursos internacionales en los que consiguió el Prix de Lausanne y el galardón para jóvenes bailarines del Concurso Erik Bruhn, en Toronto. En la temporada 1998/99, se unió al Stuttgart Ballet como miembro del cuerpo de ballet y fue ascendido a bailarín principal en 2002. Fue nombrado Bailarín de Cámara (Kammertänzer) del estado de Baden-Wüttemberg –máximo reconocimiento alemán para un bailarín- en 2015. 

Distinguido como ‘Bailarín del Año’ cuatro veces por las revistas “Tanz”, “Danza & Danza” y “Dance Europe”, Vogel ha sido la encargado de escribir el Mensaje del Día Internacional de la Danza 2021, que reza así:

Rosa Pousa Álvarez: “El cáncer me dio la felicidad”


Acaba de publicar "La fuerza contra el cáncer" (Foto: José L. F.Liz)


 

Hace doce años le diagnosticaron un cáncer y le dijeron que le quedaban veinticuatro meses de vida. Hoy, la autora de La fuerza para vencer el cáncer, no solo sigue viva sino que se baña cada día en la playa de A Magdalena y disfruta de todo lo que de su enfermedad ha aprendido. 

 

Lola Ramírez

Rosa lleva sus 65 años y el cáncer con unas ganas de vivir envidiables. A esta maestra del colegio San Martiño do Porto en Cabanas (A Coruña) se le vino el mundo abajo cuando le diagnosticaron un tumor maligno en el ovario. Casada y madre de dos hijos, hasta ese fatídico momento disfrutaba de su familia, su trabajo y una salud espléndida. Todo ese patrimonio vital le parecía normal, algo que la vida le había regalado y que el cáncer no le podía quitar. “Lleva usted una bomba de relojería en su interior”, le dijo su ginecólogo un fátidico martes de 2009. “Casi me da un infarto –afirma Rosa­–. En un segundo te cambia la vida”. 

 

Pero la vida y el cáncer continúan su ritmo imparable: tres operaciones, metástasis en el pulmón y varias etapas de quimioterapia. Todo ello combinado con estancias en balnearios, travesías por países lejanos, encuentros con la familia y amigos y, mucho, mucho descanso: “Digamos que vivo el 50 por cien del día, el resto del tiempo tengo que descansar”, dice. Entre otras cosas el cáncer le enseñó a Rosa a vivir el presente, sin pensar en el pasado ni preocuparse por el futuro. “La verdad es que vivo al día y vivo feliz. Ahora estoy contenta”, continúa. “He escrito un libro en el que desvelo mis sentimientos y describo los remedios que utilicé para luchar contra la enfermedad. Me gusta pensar que puedo ayudar a otras personas”.

 


Dándose un saludable baño en la playa de la Magdalena (Cabanas)

–¿Qué te ha dado y que te ha quitado el cáncer?

–El cáncer me dio la felicidad. Lo que digo parece un disparate, pero antes del cáncer había muchas cosas que no sabía valorar, consideraba que la salud era algo normal. No tenía tiempo para mí. Paradójicamente el cáncer me regaló tiempo para mí. Cuando enfermé la gente se volcó conmigo y descubrí cuanto me querían los demás. Es muy reconfortante. También aprendí a manifestar lo que siento y a aceptar a los demás tal cual son, esto te da una gran paz. 

–¿Cómo surgió lo de bañarte en la playa incluso en invierno?

–Vi videos de Martí Bosch, un oncólogo que habla de la cura del cáncer a través de los baños de sal. Llenas la bañera de agua caliente con sal y te introduces en el agua para limpiar tu interior. Me sentaba bien pero acabé agotada con esta rutina de llenar la bañera de agua y sal. Mercedes, una amiga mía, me contó que ella se bañaba todos los días en la playa y que le iba fenomenal. Empecé a ir con ella hace unos ocho años y es fantástico, lo disfrutamos a tope. Ahora  somos once mujeres. 

–¿Qué te lleva a escribir el libro?

–Muchas personas me animaron a hacerlo. Siempre escribí un diario. Cuando enfermé, a veces me despertaba por la noche angustiada, me levantaba, me ponía a escribir y la angustia desaparecía. El confinamiento me coincidió con la quimio, no podía mover los brazos, así es que le pedí a mi hijo que me acoplara un micrófono en el ordenador para dictar lo que quería escribir. Y cuando estuve bien lo hice. Luego, lo de publicarlo fue porque pensé que podría ayudar a otra gente. 


“Soy creyente y no tengo miedo a la muerte”

 

–Y, ahora, ¿cómo es tu vida? ¿en qué medida te limita el cáncer?

–Digamos que tengo muy claro que el tiempo se me acaba, entonces lo que hago es aprovecharlo al máximo. Soy creyente y no tengo miedo a la muerte. También me tranquiliza ver que mis hijos ya están situados, ya no dependen de nosotros. Yo vivo la mitad del día, el resto lo paso descansando. Me levanto, me arreglo, hago las cosas de la casa (la compra y la comida las hace mi marido) y me voy a la playa. Doy un paseo con las amigas y nos bañamos y llego a casa a mesa puesta.  Por la tarde, relax. Si salgo un día, tocan dos de descanso. Es lo que tiene esta enfermedad.

–¿Qué le dirías a alguien al que acaban de diagnosticar un cáncer?

–Que acepte la enfermedad y sus límites. Es como la vida, si tú te aceptas eres más feliz que si estás amargada añorando lo que te falta. Estás enferma pero hay muchas cosas que puedes hacer. Sólo tienes que descubrirlas, crearte hábitos sanos y por supuesto, pedir ayuda cuando la necesites. No es fácil, pero se puede conseguir.

–¿Tú lo has conseguido? 

–Ahí estoy. Sería plenamente feliz si pudiera tener a mi madre conmigo y cuidarla. Está en una residencia en Ourense. Un ictus le paralizó el lado derecho del cuerpo y hay que hacérselo todo, aunque de cabeza está muy bien. Siempre fue una luchadora. Lo que hay lo afronta con valentía. De ahí vengo yo.



Puesta en marcha de un Centro Nacional de Difusión de la Danza

Amaya de Miguel y José Guirao El ministro de Cultura y Deporte, José Guirao y, la directora general del Instituto Nacional de las Artes...